El Mosquitero

Un bloguer-camionero. Sin más…

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Uno no es trigo limpio en esto de la bilis

¿De qué hablar en un blog cuando éste no puede ser actualizado más que de cuando en cuando?¿De qué escribir cuando uno sabe a ciencia cierta que toda la actualidad que aquí plasme llegará, en el mejor de los casos, con cinco o seis días de retraso?¿Cómo abordarlo sabiendo que seguramente el lector encontrará las referencias anticuadas, desfasadas y mordidas por el polvo de los días pasados?¿De qué manera plantear los escritos cuando es certero lo caduco de estos?¿Porqué aceptar los contras sin más mientras se renuncia sin pestañear a los pros que representan la simple satisfacción de haber escrito sencillamente un post?

Escribía Marcelino el otro día un post conmemorando su aniversario, sí el mismo que esta mañana he retuiteado, y de entre toda la prosa que le daba forma, resaltaba para un servidor la idea que una semana después me ha dado fuerzas para volver por estos lares y renunciar a mi, ya consabida de antemano, renuncia a escribir un nuevo post…

…Aunque a nadie le importe, uno con 46 años si algo ha aprendido definitivamente es que hay cosas que deben ser escritas, independientemente de que sean leídas…

Cierto. Esa misma afirmación era ya caldo catado por quien aquí escribe. Ha sido un mantra que he mantenido vigente hasta la saciedad y del que he hecho bandera incluso cuando este mismo blog era un poco más conocido de lo que lo es ahora. Y aún así decidí que era mejor parar para tomar aliento y cerciorarme de hasta qué punto uno tiene clavada la espinita de escribir en este cuasi ruinoso agujero blogosférico.

También es cierto que hoy en día leo poco o muy poco a los demás blogueros, tan solo en contadas ocasiones comento, y abuso en demasía de los simples retuits que poco o nada aportan a la otrora tan cacareada por mi conversación dospuntocerista. En definitiva, me he convertido en lo que un día califiqué de mal bloguero y pésimo lector.

Y si a eso se le suma que uno ya no es referencia para nada más que para certificar lo maleables, vulnerables e influenciables que todos somos, incluidos quienes nos montamos el chiringuito blogueril para despreciar a quienes creídos sectarios, sin atinar a comprender que nosotros mismos lo éramos incluso antes que los denunciados, lo que le queda a quien esto escribe es la malsana certeza de que lo que abunda en este infecto mundo, lo que debería desaparecer para permitir que el resto de los seres humanos prosiguieran plácidamente con su día a día, son precisamente los individuos que como un servidor no se cansan de señalar con el dedo a quienes creen confundidos, engañados o equivocados.

La simple sapiencia de una posición ideológica en cualquier tema nos debería impedir cualquier juicio, incluidos todos aquellos que se refieran a posiciones de terceros, y nos debería deshabilitar para la crítica mordaz y centrada, relegándonos a la que simplemente se caracteriza por la víscera, el vómito y la basura opinativa sin más.

Es éste un post duro, dirigido, si cabe, más a mi que soy quien lo escribe y a quien se lo dirijo, que a ninguno de ustedes que sencillamente vinieron a leerlo, pero es un post que me pareció necesario escribir y que en su intríngulis prosaico me envía un mensaje de humildad que desde mi posición critica había dejado de atender.

Opinar, claro que lo seguiremos haciendo. A destiempo, pues seguramente. Sin razón alguna, como no podía ser de otra forma. Pero lo que nadie podrá negar nunca es que yo, quien aquí escribe, quien tras esta pantalla de ordenador se encuentra, el mismo que aporrea el teclado, no debatió consigo mismo hasta la saciedad el grado de sectarismo asqueroso que adornaban sus vómitos en forma de posts.

Es sencillo denunciar a otros. Más complicado es aceptar que uno tampoco es trigo limpio en esto de la bilis…

Deberían anular la #F1 de Valencia para este año

Un servidor siempre fue un acérrimo defensor de la F1 en Valencia. Incluso cuando la crisis arrastró la economía global hacia un barranco en su enloquecido galope a ninguna parte, yo la defendí. Y todavía hoy sería capaz de justificarla si no fuese porque ahora mismo hacerlo, al menos a ojos de un servidor de ustedes, no pasaría más que por ser la prueba de lo parcial y sectario que uno es. Y me duele, de verdad se lo digo, que aquellos a quienes los Valencianos elegimos para dirigir los pasos de esta región en su tránsito por la economía global, no sean capaces de afrontar dichas resoluciones con un poco de tacto y un mucho de dignidad toreras.

No creo que ningún Valenciano llorara la pérdida de un acontecimiento deportivo como el de la F1 en un contexto de crisis como el que vivimos. Ni un solo voto cambiaría de lado, si es que eso es lo que les preocupa. Y no creo que ninguno seamos capaces de defender el gasto que ello pueda suponer para las arcas de la Generalitat cuando, en medios Nacionales y Regionales, se pone el énfasis en un rescate que aunque relámpago sí que ha sido una realidad, que va acompañado de recortes en horas y salarios de funcionarios, y que pone en el punto de mira a la esquelética y deficiente economía Valenciana.

En plena crisis, defender la existencia de macro-eventos que cuestan un dinero que no tenemos es sumamente complicado. Reconozcamos que no podemos hacer frente a su gasto y asumamos que hoy por hoy lo más importante es mantener el tejido socio-laboral que aún resiste a la crisis. Mañana, cuando la tormenta amaine, podremos volver a poner a Valencia en el mapa, pero hoy creo que lo más importante es mantenernos a nosotros mismos en él.

No es éste post un ataque a nadie. Es sencillamente una súplica de un simple ciudadano hacia aquellos que decidieron hacer despegar a su comunidad hacia el éxito pero que aún no se han dado cuenta de que en vez de hacia arriba nos dirigimos sin freno hacia el colapso financiero y social. Lo pensaron bien, lo hicieron bien, pero aún no se han dado cuenta de que las cosas han cambiado y ello nos llevará a todos a la ruina.

Aplacen la F1 y todos los eventos deportivos de los que tantos Valencianos estamos orgullosos. Háganlo sin miramientos, con convicción, sin miedo. Los Valencianos lo entenderemos y el resto de España les aplaudirá el gesto.

Mi ciudad: Algemesí

¿En qué momento un pueblo pasa a ser ciudad?

Esta es la pregunta que me turba el pensamiento al decidirme a escribir sobre la ciudad que me ha visto crecer. La verdad es que no se cual es la diferencia entre las dos denominaciones, a no ser que la cuantía de sus habitantes sea el único medidor capaz de discernir entre una u otra.

Dejando de lado el número de habitantes, mi pueblo (convengamos en llamarlo así porque me gusta más) es muy parecido a cualquier ciudad del mundo civilizado. Tiene sus parques, su centro histórico, su ciudad moderna propiamente dicha, sus polígonos…y sus barrios marginales.

Si señor, no tiene solo un barrio marginal, si no dos; el Raval y el Carrascalet. Dos barrios que lo único que han necesitado a lo largo de los años para convertirse en marginales, ha sido que una vía de tren los separase del resto de la ciudad. Bueno eso, y la gente que los habita. Hay de todo allí, desde payos hasta tipos del Este, pasando por gitanos autóctonos y de la Rumánia. Se que puede parecer xenófobo y racista, pero qué queréis que os diga, solo hay que habitar aquí para darse cuenta de que tal vez en solitario sean las personas más sensatas del mundo, pero una vez en grupo…

Junto a los barrios marginales, otra de las características que iguala a mi pueblo con una ciudad son sus polígonos industriales. La verdad es que estos no son muy antiguos. Si por algo se ha caracterizado Algemesí durante décadas, ha sido por su habilidad para subsistir como mera ciudad dormitorio. Durante años Algemesí ha dependido de los pueblos de alrededor para emplear a sus vecinos. Bueno eso, y la madre Cooperativa (Copal) que tanto trabajo ha generado y que a tantas familias ha permitido subsistir.

La ciudad moderna es algo bastante nuevo y es justo el lugar donde la Jet Set se ha ido a vivir. Quien lo dijera hace diez años, que lo que no eran mas que campos y ruinas que no valían un duro, después se convertiría en una urbanización de chaletes y casas rústicas que han rodeado a otra zona marginal, no nombrada anteriormente, llamada Las monjas (que coge su nombre de un colegio que hay a su lado y que está regentado por eso, monjas). Hace diez años nadie quería vivir allí, ahora solo si en tu cuenta bancaria hay ceros de sobra, te puedes permitir acercarte si quiera a sus bares.

Los parques son otra de las cosas que nos acercan a la denominación de ciudad. Bueno tal vez no sea del todo cierto. Hace tres años trabajaba en Valencia capital, allí todo es a lo grande. Un avenida de mi pueblo, no es allí más que una callejuela en la que te pueden atracar, y lo que en mi pueblo son parques, no pasan allí mas que por meros setos en avenidas. Alguna que otra controversia tuve con mis queridos compañeros con aquel tema, ya que hasta que no quedó claro para mi a qué se referían ellos con setos, mi paso por la ciudad fue más parecido al de un GPS borracho, que al de un conductor de camión experto y experimentado. Si amigos, para alguien de la gran ciudad, un parque es un lugar con árboles y sin tráfico. Evidentemente para cumplir ese requisito, en mi pueblo te tienes que ir al medio del campo, por lo que acepté, no de buena gana, referirme a aquellos impresionantes parques con árboles más altos que algunos de los edificios de mi pueblo, como simples y genuinos setos.

Para ofrecer un poco de bondad a este relato, no puedo olvidar mencionar que ahora  mismo, los dos parques de mi pueblo forman un magnífico anillo verde que rodea media ciudad y que según parece, dentro de unos años la rodeará casi por completo. Es cierto, para los de la capital es un seto, pero aquí son parques…y a mucha honra.

No hay ciudad que se precie que no tenga un centro histórico al que referirse. En Algemesí lo tenemos, aunque lo desconozco por completo. Si, no soy muy buen hablador de mi pueblo, pero bastará con que te esmeres un poco y busques información en Internete sobre Algemesí, para que todo te sea explicado mejor de lo que yo lo haría. Por algo es cultura y la misma no ha estado nunca entre las cualidades que se me han atribuido. Bueno te lo dejaré un poco fácil, en el pueblo está el Ayuntamiento, la Iglesia Mayor y un meremagnum de callejuelas al estilo Toledano (pero sin pasarse) que serpentean por su centro neurálgico. Créeme, busca la información y descubrirás grandes monumentos que incluso para los que aquí habitamos permanecen ocultos.

Eso sí, creo que lo que siempre ha paralizado toda intención de convertirnos en ciudad con todo el derecho, ha sido la idiosincrasia de sus gentes, entre los que cuales me cuento. No hay nada más de pueblo, que irse al del vecino a pegarse. Y esto ha sido durante generaciones, el pasatiempo favorito de todos lo que aquí han crecido. Los Alcireños han sido siempre nuestros enemigos y los que siempre han recibido y regalado ostias al tuntún.

Eso si, no creáis que en Algemesí solo hay peleas, barrios marginales y polígonos industriales. Mi pueblo es famoso por su plaza de toros. No vengáis a verla porque no la encontraréis, la susodicha se monta en la Plaza Mayor a finales de Septiembre con maderas y cuerdas. No creáis que es un mamarracho lo que aquí se monta, ya que todos los años vienen de la facultad de Arquitectos de Valencia para aprender como se puede montar una estructura rígida y segura, sin que la misma se apoye en las fachadas que la rodean. Allí se celebran las corridas y los conciertos de la noche, ella se convierte en testigo y anfitriona de la fiesta. Lo mejor es que veáis un vídeo acelerado con lo que supone su construcción. La verdad es que es impresionante:

Otra de las fiestas que llevan el nombre del pueblo a la fama, son las celebraciones de la Mare de Deu de la Salut. En estas fiestas aparecen las tradiciones más antiguas de Algemesí y algunos de sus monumentos humanos más históricos. La Muixeranga (nacida en Valencia y de la que es copia el castellers Catalans), es la mejor embajadora de nuestro pueblo y tiene su momento culminante frente a la figura de La Mare de Deu de la Salut, cuando las dos collas, la Muixeranga y la Nova Muixeranga ofrecen sus figuras a la Virgen frente a su altar. Un vídeo, como siempre, es lo mejor para estos casos (en este caso solo participa la colla de La Nova Muixeranga).

También, para poder saber más sobre esta fiesta, os aconsejo un documental de cuatro vídeos que la televisión del pueblo (Berca TV) hizo hace casi diez años. Son cuarenta minutos de documental, pero creo que merecen la pena ser vistos.

Esos son los vídeos:

Aquí se ven a los Tornejants, los Pastorets, las Dançes Valencianes y demás folclore que inunda la ciudad durante esos días que lo cubren de color e historia.

Como no podía ser menos y como Valencianos que somos, en Algemesí también hay Fallas, Semana Santa y demás fiestas que son típicas de toda España, pero para estas fiestas mucho más generalizadas os remito de nuevo al Internete, ya que allí encontraréis cumplida información de lo que aquí podréis encontrar.

Y con vuestro permiso me despido y espero ansioso la historia que Reynaldo debe escribir ambientada en mi pueblo y motivo por el que me decidí a escribir sobre él.

Un saludo y espero que lo hayáis disfrutado.