Desde hace unos años, pocos pero años son, los medios de comunicación tradicionales se han visto intimidados por una nueva forma de comunicación llamada blogosfera. No es que realmente un blog pudiera tener tanta influencia que en un momento dado llegara a desbancar a un medio de estos, si no que la revolución que ha supuesto en la comunicación, que cualquiera pueda publicar una opinión, noticia o hallazgo, sin que ellos estén de por medio, les ha echo modificar su forma de contar la noticia y por ende, la forma en que se relacionan con sus lectores.
Para un medio tradicional el lector no contaba.
Se trataba simplemente de espetar en plena cara la retahíla de directrices que desde el partido político de turno se les encomendaba, e intentar vender el máximo de periódicos posible. Además, si se conseguía mantener un espejismo de independencia, que hiciera creer a los lectores que la imparcialidad del periódico o televisión estaba asegurada, mejor que mejor. El medio evangelizaba y el lector asumía como verdades lo leído, visto u oído.
En ello estaban los periódicos cuando un día aparecieron los blogs. Un engendro de página web y listado de enlaces, que permitía a sus usuarios jugar a periodistas sin tener que afrontar una carrera universitaria y lo que era peor, sin que ningún partido político dirigiera desde la sombra el estilo editorial del blog (evidentemente si que hay blogs de fanáticos que dicen amén a lo dicho por su político de turno, pero no son todos los que están). A sí que los medios tradicionales vislumbraron que la única forma de combatir al oso era actuando en el mismo medio que él, en Internet, y decidieron invertir más en aquellas webs que tenían olvidados en este medio.
Y allí se fueron todos los periódicos, televisiones y radios, a predicar para combatir a aquellos osados que pretendían restarles protagonismo, sin invertir un duro y sin el apoyo de una macroempresa que los respaldara. La guerra estaba servida salvo por un simple detalle, los blogs no pretendían competir con ellos, solo hacerse oír.
Así que los medios comprendieron que lo que en realidad ellos habían creído una amenaza, no pasaba de ser más que un simple entretenimiento. Y mientras por encima del hombro miraban a la blogosfera, encontraron el punto débil de aquel monstruo que aún permanecía aletargado…el egocentrismo.
¿En qué se diferenciaban los medios tradicionales implantados en Internet de los blogs?
La respuesta era bastante sencilla, la facilidad para hacer comunidad. En la web tradicional el autor escribía y el lector leía. En la blogosfera, el autor escribía y el lector completaba la noticia ya con un acertado comentario, ya con una dura crítica. Llegaba el toma y daca que facilitaba la fidelización en forma de comentario. Así que vieron una luz al final del túnel en forma de comentario y permitieron que sus lectores comentaran las noticias. Una jugada maestra, ya que de esta forma se atajaba la necesidad de ofrecer tus propias noticias en un blog con pocas visitas y pasabas a escribir en un medio que si las tenía.
De paso, y para mantener el egocentrismo del bloguer bien alto, decidieron inventarse un concurso en el que participaran solo bloguers y del que saldría un pseudoperiodista que entraría en plantilla en el periódico. Incluso yo caí en aquello, aunque mejor no recordar…jejeje-
Pero aún había millones de blogs en el mundo que no se conformaban con ello y continuaban considerándolos una amenaza, así que se inventaron otra treta, hacer su propia comunidad de blogs. No hay nada mejor que aliarse con tus enemigos para que estos pasen a ser amigos. Y ellos lo vieron así de claro.
Lo malo de la estrategia que se trabajaron es que se ha alargado demasiado en el tiempo y la blogosfera ha ido creciendo. Con ellos los bloguers han ido cobrando un relativísimo protagonismo, que sin ser nada relevante, ha conseguido alimentar satisfactoriamente su ego, facilitando así la continuidad de miles de blogs que ven en sus escritos un halo de imparcialidad del que los medios tradicionales están exentos.
Han fallado no porque su táctica haya sido mala, si no porque se ha demorado demasiado en el tiempo.
Así que lo único que les queda ya es el insulto barriobajero y en eso, señores míos, nosotros les ganamos. No porque tengamos más dinero, si no porque desde hace ya muchos años les conocemos y solo con decirnos para qué periódico, radio o televisión trabajan, sabemos de qué partido político son sin margen de error posible. Ellos nos llaman asnos, mientras la blogosfera, o sea nosotros, simplemente les ignora.
Y como decía un refrán, «no hay peor desprecio que el no hacer aprecio». Aunque haya caído en la trampa de contar en el blog lo que en teoría debería haber obviado, un nuevo ataque a ciegas de unas cuantas posaderas cuadradas asentadas en un sillón de una importante editorial.
El Mosquitero 