El Mosquitero

Un bloguer-camionero. Sin más…

Archivos diarios: 01/14/2011

Dos blogosferas diferentes

Definitivamente la blogosfera ha sufrido una mitosis que ha dado lugar a la existencia de dos blogosferas diferentes cuyo origen primigenio fue una blogosfera ciudadana basada en la experimentación y la conquista de una libertad de expresión antes sólo permitida para quienes, con su trabajo, sí podían hacer llegar sus opiniones al resto del mundo.

Ahora, navegando de blogrroll en blogrroll y de enlace en enlace, nos encontramos con una realidad que hace tiempo ya fue adelantada por unos pocos y por la cual fueron tomados por vendedores de nirvanas blogosféricos que evidentemente, dada la realidad que ahora vivimos, siempre estuvieron cargados de razón y acertados en sus planteamientos.

La primera blogosfera es la aficionada.

Es la que se escribe desde el anonimato que ofrece el ser un simple ciudadano. La blogosfera del “escribo de lo que me da la gana”. La de las poesías, vídeos y recortes de periódicos pegados tal cual en el blog. La de la libertad de expresión que no se ejerce. La blogosfera que se quedó en el intento de ser un medio capaz de mover el mundo. La blogosfera que acabará partiendo hacia las Redes Sociales.

La segunda es la profesional.

La que reúne dentro de sí a los bloguers con aspiraciones profesionales. La de los que participan de blogs corporativos. Esa en la que los bloguers llegan desde los medios de comunicación, desde las empresas que han visto en el dospuntocerismo la forma más rápida y contundente de llegar a su posible clientela aceptando de antemano los peligros que ello conlleva. Esa misma blogosfera que conforman los primeros mal llamados comunity-managers. La blogosfera de la venta de artículos, la participación con fines lucrativos y el negocio en su más áspera pero justificada versión.

La primera acabará muriendo poco a poco. Conforme vayan pasando los años, quienes la componen se irán cansando del silencio progresivo que afecta ya en estos momentos a sus blogs y abandonarán esta parte del cibermundo para mudarse a donde ahora está la conversación (la mala conversación basada en fotos y vídeos) que ahora se desarrolla en las Redes Sociales.

La segunda acabará copando el más amplio espectro blogosférico y dará forma a una red de blogs basados en el negocio y la opinión patrocinados. Una blogosfera profesionalizada que ya podemos ver en su plenitud en decenas de blogs alojados en periódicos y empresas. Una blogosfera que no es otra cosa que el siguiente nivel natural al que debía llegar en su evolución.

Al final quienes se aventuraron a predecirlo no fueron vendedores de nirvanas blogosféricos. Simplemente estuvieron más acertados que los que defendieron una visión más bohemia, melancólica y nostálgica de una realidad que nunca se llegó a corresponder con sus fantasías.

¿Es malo entonces todo esto? No. Sólo es parte de la evolución natural de las cosas. De todas las cosas.

Tal vez siempre estuve equivocado

Puede que la blogosfera hubiese tenido siempre como estación final de su recorrido su total profesionalización. Puede que al final nosotros, los bloguers, no nos diferenciemos tanto de los empresarios como siempre creí. Puede que la llamada asirenada de Don Dinero sea tan grande y atractiva, que el resistirse a ella no sea un síntoma de virtud, sino más bien de ineficacia. Puede, sin más, que la blogosfera siempre hubiere estado destinada a convertirse en un inmenso spot publicitario en el que cada cual de nosotros se desgallitara, día y noche, intentando atraer hacia sí la escasa y casi imperceptible atención de unos pocos cibernautas que en el ámbito económico se denominarían clientes potenciales.

Puede que lo que siempre nos negamos a ver, que éramos un simple producto de una gran empresa, se nos presente nítidamente ahora desde la lejanía que dan los años de experiencia blogueril, con la constatación de que aquello que siempre me dijo un buen amigo era verdad; “que éramos parte del producto que vendían las plataformas de blogs y redes sociales”. Por eso era una idiotez negarse a ver el negocio, ya que nosotros mismos éramos el producto a vender.

Sí, al final, la máxima que Jasón recitó el otro día es una verdad incontestable; “Si no estás pagando por algo, no eres el cliente, eres el producto que se vende”.